sábado, 22 de octubre de 2016

¿CÓMO IDENTIFICAR UNA OBRA LITERARIA?

Una breve explicación


Identificar lo literario de cada una de todas las partes que componen a la literatura es una tarea interminable de origen. De fines inciertos, la literatura transcurre como nosotros a través del tiempo y con ese transcurrir sus formas y distintos. Es decir, la literatura jamás queda rezagada con el paso de los años y el trajinar de los problemas de la humanidad. Al contrario, cada época termina por platear sus propias problemáticas para determinar con la mayor objetividad lo escurridizo de lo literario¿Qué es entonces lo que determina a una obra literaria? ¿Qué lo hace en nuestros días? Las respuestas, como nos ha enseñado la historia de la literatura, llegan tardías, sólo con los años podemos ver con claridad lo descifrable. 

La cantidad de obras literarias que se publican con año, tanto en poesía, cuento, novela o ensayo; dificulta sin duda la capacidad de alcanzar con la lectura individual un gran panorama literario. Esta problemática se añade a las demás que la crítica literaria ha abordado a lo largo de los siglos. Así, se ha llegado a postulados más o menos estables que permiten diferenciar una obra mala de una buena obra literaria.

          Para determinar el valor de una obra literaria es necesario tomar como partida tres elementos esenciales: 1) los fundamentos que la teoría y la crítica establecen para el análisis; 2) las nuevas temáticas y su manifestación frente a la realidad; y por último 3) la consolidación del mercado editorial, la web literaria y la nueva figura del lector. Cada una de estas partes permite hacer un análisis del quehacer literario.

               1)      Los fundamentos que la teoría y la crítica literaria establecen.

En el mundo del análisis literario hay términos que ayudan a delimitar las diferencias que surgen al momento de señalar la calidad de una obra literaria. Dentro de la teoría y la crítica literarias se utiliza un término que condensa esto a grandes rasgos: la literaturidad. Este concepto no refiere a lo que es la literatura como un ente estable, sino aquello que es difícil determinar de lo literario frente a lo que no lo es. Entonces más que un concepto es una herramienta para reflexionar sobre lo inminente de lo literario en todas las obras, lo que comparten en su universalidad. Jonathan Culler, licenciado por la Universidad de Oxford en literatura comparada, enumera tres elementos esenciales para identificar lo literario:

        El problema esencial consiste en encontrar particularidades específicas de las obras literarias que sean lo suficientemente generales para manifestarse en la prosa como en la poesía. Esta literaturidad posee tres rasgos fundamentales: 1) los procedimientos del foregrounding (puesta en manifiesto) del propio lenguaje; 2) la dependencia del texto respecto de las convenciones y sus vínculos con otros textos de la tradición literaria, y 3) la perspectiva de integración composicional de los elementos y los materiales utilizados en el texto.(Angenot, Bessiere, & et al, 2014, pág. 39)

       El fourgrounding o puesta en manifiesto es cuando el lenguaje se hace evidente no sólo en su función de significar algo, sino en su expresión gráfica o formal, como sucede con la poesía por lo regular. Algunos ejemplos de fácil comprensión podrían ser: la rima, las aliteraciones, los neologismos y el lenguaje figurativo, éstos últimos en el plano del sentido (Angenot, Bessiere, & et al, 2014). Estos recursos no comunican sólo un mensaje a través del lenguaje, sino que evidencian la materialidad que el lenguaje puede lograr y cómo a través de ella se puede comunicar algo más allá del significado común de las palabras.  El segundo punto refiere a la ubicación que tiene la obra frente a la tradición literaria, qué es lo que comparte con esa tradición y qué la distingue. El último punto es un derivado de los dos puntos anteriores donde la obra exhibe una composición total como texto, un todo independiente como obra con sus propias reglas y fundamentos. La obra como un mundo autónomo.

Para entender más cada uno de los puntos es necesario remitirse a las teorías que la crítica literaria ha elaborado para enfrentarse en específico a cada uno de los tantos problemas que conllevan definir lo literario en una obra. Sin embargo, aunque el aspecto económico no entra como tal en estos tres puntos tan esenciales es importante considerarlo al momento de intentar comprender a la literatura contemporánea. Es verdad que la venta de un libro no puede determinar con seguridad su calidad, pero los efectos que la publicidad causa terminan por hacernos creer que así es. Consideran do entonces la multiplicidad de agentes que intervienes se podrías decir: “En estas conclusiones, podríamos llegar a la conclusión de que la literatura no es ninguna otra cosa más que aquello que una sociedad determinada trata como literatura: es decir, un conjunto de textos que los árbitros de la cultura –profesores, escritores, críticos, académicos­­- reconocen que pertenece a la literatura” (Angenot, Bessiere, & et al, 2014, pág. 37). Bajo esta visión parece más un acto social que literario, no obstante, una porción del problema de lo literario se encuentra ante esas decisiones y para la crítica contemporánea parece más determinante que la obra misma, haciendo que lo extraliterario termine por establecer la calidad de las obras, como sucede en las reseñas literarias basadas en las estadísticas de las ventas. 

2) Las nuevas temáticas y su manifestación frente a la realidad.

Colocándonos en el presente, la búsqueda del sentido literario sigue siendo tan importante en estos tiempos y los aspectos formales que alguna vez fueron tan esenciales en lo literario, han ido desapareciendo en algunas expresiones literarias. Un ejemplo de ello se encuentra con claridad en la poesía que se crea bajo el verso libre, algo inimaginable en el pasado donde la métrica era ley . Esta forma de hacer verso , sin embargo, contiene dos preceptos esenciales de lo literario: la distinción de la literatura del pasado y un posible postulado del porvenir literario. Otro ejemplo, ya en el plano temático, es la crítica feministaLas críticas que el feminismo hace contra la literatura son más de índole social que literario, sin embargo, su postulado de reformular los criterios de selección de las grandes obras ha surtido efecto. El feminismo literario vuelve al pasado para rescatar de la historia literaria a todas las mujeres, sus aportaciones y su pensamiento. Este rasgo de considerar a la mujer como un rasgo de distinción había sido prácticamente ignorado hasta ese momento por la crítica. Sin embargo, reitero que no debemos olvidar que los criterios feministas suelen ser más ideológicos que literarios, un distintivo que parece dominar en gran medida a la crítica contemporánea y que termina por volver más confusa la comprensión de la literatura.

Las nuevas ideologías que han ido surgiendo con el paso de los años han terminado por afectar a los estudios literarios. La literatura parece ofrecer, dentro de la reflexión contemporánea del término literatura, un ensayo a posibles problemas sociales. No obstante, este punto de vista, en la mayoría de los casos, juzga a la literatura exclusivamente por su contenido, es decir, qué tratamiento da a las problemáticas contemporánea, pero no siempre parece hacerlo en concordancia con la noción contenido-forma-calidad, sino que exclusivamente del contenido aclama la calidad de una obra, y muchas veces olvidad los aspectos propios de la creación literaria. 

            3) la consolidación del mercado editorial, la web literaria y el nuevo lector.

En un plano crítico más específico hay autores que proponen un desglose más detallado de lo que debería tener una obra literaria. José Antonio Hernández Guerrero propone en su libro Teoría, historia y práctica del comentario literario los siguientes: “la distinción de niveles lingüísticos ­–fonético, gramatical y léxico-, la oposición entre la expresión y el contenido, la comparación con otras obras análogas, la identificación de influencias, la verificación de las intenciones del autor o la valoración de las interpretaciones de los lectores” (José Antonio Hernández Guerrero, 2005, pág. 20). Cada uno de estos puntos parece resumir desde una perspectiva más directa los elementos que Jonathan Culler describe como inherentes a una obra literaria.

El último de los puntos que Hernández Guerrero menciona como pauta para el análisis parece ser esencial para entender la literatura contemporánea, me refiero a la valoración de las interpretaciones de los lectores. Ahora más que nunca el lector ha tomado un papel predominante en la manera de hacer literatura. Aquí se manifiestan dos partes esenciales de la crítica de nuestros días: la formación de ideales literarios de parte del lector, y la tradición y relevancia que se ha ido formando de la figura lector. La industria del libro ha permitido que la lectura literaria se establezca como una actividad esencial en la contemporaneidad. Los clubes de fans, los amantes de géneros literarios específicos, los efectos publicitarios de las reseñas literarias y la importancia de la figura del escritor como proveedor de necesidades narrativas son sólo algunos problemas que tambalean a la crítica para emitir veredictos. De tal forma que algunos resultados están fundamentados en falacias como: 1) la cantidad de lectores influye en la determinación de las obras maestras; 2) que un autor leído por millones por todo el mundo con ventas que nunca bajan no puede ser considerado más que bajo la etiqueta de Best seller; 3) la gran literatura es universal y para todo público. Si bien esos postulados no son meramente teóricos, si permiten a la crítica considerar una de las características esenciales del hecho literario: la interacción de la literatura con su público.

La web ha introducido un nuevo tipo de literatura y un nuevo tipo de lector. Por ser un soporte de interacción rápida, se ha popularizado en ella la microficción y la literatura que aboga por el todos. Sin embargo, la academia aún no ha establecido unos verdaderos parámetros para entender esta nueva literatura universal. Algunos aún se portan escépticos ante su valor literario más por el soporte que la contiene que por su contenidos, y otros, como los escritores mexicanos Alberto Chimal y Mauricio Montiel, apuestan al por mayor por ella. Estos escritores promueven la literatura por twitter, pero Mauricio Montial ha llevado la plataforma como soporte de una novela completa titulada El hombre de twitt, novela construida por medio de twitt y en interacción con el lector. ¿Podríamos llamar a estos nuevos modelos como la  nueva literatura? 

Conclusión

Tomando este panorama de la crítica literaria y considerando los fundamentos actuales, sumando a la influencia del mercado que es difícil dejar de lado, la crítica se enfrenta más que nunca a luchar contra estereotipos literarios que permean sin duda la oferta literaria que se ofrece. Los beneficios mercantilistas en la distribución de libros ha traídos grandes beneficios: la constante interacción de distintas literaturas provenientes de todas partes del mundo, la accesibilidad en la compra de libros, la inversión en grandes bibliotecas que gestionan servidores en la web para acceder al conocimiento de sus estanterías, así como el costo y ganancia hacia los autores. Pero esos mismos elementos han desembocado en uno de los problemas más grandes de la crítica literaria: la imposibilidad de leer la producción literaria a un ritmo adecuado a la industria del libro, lo que a la larga dificulta parámetros críticos estables.  

Los postulados anteriores a la crítica del siglo XX no se enfrentaban a un problema de esta magnitud como el que la crítica contemporánea tiene: la producción masiva de obras literarias. El número de obras que un crítico tiene que leer para emitir los postulados es enorme, y lo hace indudablemente a partir de la crítica anterior a él, algo que involucra todos los postulados reinantes hasta ahora: lo lingüísticos, el sentido, el mercado, la comparación entre distintas literaturas, entre muchos otros. De esta forma se evidencia uno de los problemas reinantes de la crítica literaria de la actualidad: el concepto de best seller. Sin duda uno de los problemas más debatidos .

Por otra parte, en la actualidad también parece reinar esa idea romántica de creer que es posible identificar a la gran literatura bajo un misterioso instinto natural. Tal postura establece que las grandes obras maestras de la literatura se identifican con una especie de intuición literaria, que tan solo avanzar las primeras páginas o los primeros versos, se debe reconocer la grandeza de la obra. Como postulado meramente subjetivo esta visión parece generar más problemas, pues involucra el gusto individual por cierto género de obras o por cierto autor, haciendo la falsa idea de que todo juicio literario es válido desde la experiencia subjetiva. Un ejemplo de ésto es de fácil comprobación con el creciente grupo de youtubers (no sólo los de literatura juvenil, sino también aquellos que pretenden hacer un comentario crítico), que toman el comentario literario como la mención del suceso narrado, pero no dicen nada de su construcción ni de los recursos utilizados por el autor para lograr los efectos en su escritura. Si bien, la literatura suele ser una experiencia principalmente individual, su análisis no debe serlo. 

Por último, a la crítica no le queda más que recurrir a comparar lo que se produce ahora con las ya postuladas obras maestras de la literatura. Por lo pronto, éstos son sólo algunos postulados que la crítica y la teoría toma en cuanta al lanzar un veredicto. 



Bibliografía


Angenot, M., Bessiere, J., & et al. (2014). Teoría literaria. México: Siglo XXl.

José Antonio Hernández Guerrero, M. d. (2005). Teoría, historia y práctica del comentario literario. España: Ariel.

literaria, H. d. (2008). David Viñas Piquer. España: Ariel.

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